
Cuando huyes del empobrecimiento, de la guerra, del acoso o la tortura, por motivos políticos, de género o de orientación sexual. Cuando te marchas con lo puesto, con tus hijos e hijas, o tus padres o solo/sola sin saber dónde podrás vivir de nuevo. La primera frontera a la que llegas esperando ayuda, te recibe con perros y armas.
Cuando consigues llegar a algún país, las fronteras todavía no han terminado, al revés, se presentan como montañas inaccesibles, muros de burocracia, de miedo, de egoísmo, de clase ,de fobias y desconocimiento…
Awa llegó a Córdoba y el viaje duró meses sufriendo las fronteras de su propio continente antes de llegar a este y a sus fronteras.
Como tantas historias parecidas y todas diferentes, tu equivocación fue defender a personas por su orientación sexual y por eso te torturaron y te invitaron a no volver.
Sí, ya estás aquí consciente de haber sobrevivido a la muerte, buscando un hueco digno para tu vida.
Coges nuestras aceitunas, aprendes español con facilidad y peregrinas de ventanilla en ventanilla para dejar de dormir en la calle con tu educación exquisita y tu ropa impoluta.
Los albergues están petados…que si no hay recursos, que todavía te falta un papelito. Me asombra tu fuerza y tu dignidad, aunque lo que realmente es asombroso es que las barreras crezcan por tierra, mar y aire, y los derechos humanos parezcan incumplibles y lejanos creyendo que, con nosotras, si se cumplirán como por arte de magia.
No hay un ellas, sino un nosotras, un nosotros y la vida merece ser vivida libre y digna a pesar de todo, derribando lo que haya que derribar. Por una sociedad diversa, dejemos de categorizar, cosificar, estigmatizar, estereotipar y prejuiciar …..que, lo que sigue, se llama racismo.