
Investigadora y docente de la Universidad de Córdoba.
Llevamos décadas perdiendo pequeñas y medianas agricultoras y ganaderas. Entre 2013 a 2023, hemos perdido 180.861 empresas agrarias (casi todas personas autónomas y microempresas), la superficie media por explotación ha crecido un 13,2 % y la superficie agrícola total utilizada solo ha bajado un 1,6 %. En ganadería, hemos perdido el 10,5 % de las explotaciones ganaderas, todas ellas de pequeño y mediano tamaño en solo 3 años (2020-2023). Y, en paralelo, han crecido el número de sociedades jurídicas: el 6,6% de empresas agrarias bajo esta figura acapara el 42 % del valor de la producción que se genera en nuestros campos.
Este proceso significa perder economía local y población dedicada al campo capaz de alimentarnos y bien en los momentos más difíciles. Y, sobre todo, supone el acaparamiento de tierras y bienes naturales por parte de sociedades jurídicas y grupos de inversión, cuyos objetivos económicos no contemplan preservar nuestros pueblos, nuestra cultura ni, sobre todo, nuestra seguridad y soberanía alimentarias.
Esta es la fotografía que nos ofrece el sistema agroalimentario que nos da de comer desde hace décadas. Se llama sistema agroalimentario industrial y globalizado. Funciona expulsando a los pequeños y fomentando la gran escala, la agricultura química y el comercio internacional. Es una de las grandes causas de la emergencia climática, la España vaciada, y la inseguridad alimentaria que vivimos.
La buena noticia es que revertir este proceso depende de la sociedad. Basta con generar espacios donde nos acerquemos a nuestras pequeñas y medianas productoras y pequeñas empresas de transformación agroalimentaria, para alimentarnos de lo que ellas producen. Basta con apoyar la economía local agroalimentaria para que sea fuerte y esté ahí en momentos complicados, de los que cada año tenemos más.
Y todo esto ya existe y tiene nombre: los canales cortos de comercialización de alimentos agroecológicos. Se construyen en torno a pequeñas y medianas empresas ecológicas de los territorios, y tenemos muchos ejemplos en Córdoba.
Tenemos los Ecomercados o mercados de productores/as locales: hasta octubre de 2025, todos los primeros sábados de cada mes, en el Bulevar. Esto salvo las innumerables ocasiones en las que nuestro Ayuntamiento ha considerado que no es prioritario, y lo ha trasladado de lugar por autorizar eventos en ese espacio de otro tipo.
Tenemos las tiendas Cooperativas o asociativas: un ejemplo son Almocafre o la Tejedora, que ofrecen alimentos de proximidad, ecológicos y/o de economía solidaria, para apoyar otra forma de construir economía en nuestros territorios.
Tenemos las tiendas especializadas que optan por facilitarnos el acceso a productos ecológicos y de proximidad: están organizadas en la Asociación Ecocórdoba, y en su web se pueden ver las tiendas que existen en cada barrio.
Tenemos las tiendas de barrio y los puestos de los mercados de abastos que optan por ofrecer alimentos ecológicos y/o de proximidad, que cada vez son más.
Estas iniciativas permiten fortalecer nuestra economía local, apoyar a nuestras pequeñas y medianas empresas agroalimentarias y sostenibles; reducir la huella de carbono de la alimentación, y cuidar nuestra salud y la de nuestros territorios. Sólo tenemos que empezar a comprar nuestros alimentos en ellas. ¿Nos ponemos?






