
Socióloga y politóloga. Activista.
المغرب برة برة و الصحراء حرة حرة
¡Marruecos fuera, fuera, y el Sáhara libre!
Hace cosa de un mes se me atravesaron las tostadas del desayuno con algunos titulares en las noticias. La ONU había aprobado la resolución 2797 sobre el Sáhara Occidental. La maquinaria propagandística de Marruecos se puso en marcha para venderla como una victoria; la prensa tragó con esto, se hicieron eco: la ONU respalda el plan marroquí de autonomía leían la mayoría de estos titulares. ¿¡Cómo!? ¿Qué es esto de que Naciones Unidas compra el relato de la potencia ocupante?
Me pasé media mañana echando humo por las orejas intentando entender. El resumen breve de respuesta a esta pregunta es que no, que no lo ha hecho. Pero lo que ha pasado es más sutil y no poco peligroso o indignante.
Para entender cómo funciona el régimen marroquí, echemos la vista atrás. El 16 de octubre de 1975 la Corte Internacional de Justicia de la Haya hizo pública su resolución sobre los vínculos que Marruecos y Mauritania alegaban tener sobre el territorio de los saharauis. Y dijeron lo que era obvio: que no existía soberanía de estos territorios (ni de ningún otro) sobre el Sáhara Occidental. Al día siguiente, Hassan II celebró este dictamen como una victoria. ¿Os suena? La monarquía marroquí es experta en hacer reinterpretaciones, quizás la diplomacia sea eso. De aquella supuesta victoria nació pocos días más tarde la Marcha Verde y desoyendo la resolución dio comienzo la ocupación del Sáhara Occidental. De la actual resolución de la ONU (2797) nace una retórica similar: la comunidad internacional está del lado marroquí, la ONU reconoce que el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental es el único camino posible.
En aquella “victoria” de 1975 Hassan II acordó con España acercarse a la frontera norte del Sáhara Occidental para hacerse una foto gloriosa que vender a su población, sembrando un terreno peligrosamente fértil para la ocupación. En 2025, cuando la ONU se aviene en renovar la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), que sigue llevando en su título la palabra Referéndum, y cuyo contenido solo insta a la negociación entre las partes, Marruecos refuerza su maquinaria propagandística diplomática.
La resolución 2797 no aprueba ni menciona que el plan marroquí de “autonomía” para el Sáhara Occidental sea la solución ni el destino de los saharauis. Tampoco modifica el marco jurídico de descolonización vigente desde 1963, ni mucho menos sustituye el derecho del pueblo saharaui a un referéndum.
Pero aquí vienen los peros, los vacíos cómplices con el ocupante: no incluye ninguna medida para hacerlo efectivo, siendo esta la misión con la que nació la MINURSO en 1991. Ni una palabra tampoco sobre el expolio de los recursos naturales (en las minas de fosfato de Bucraa, con los acuerdos ilegales de pesca, etc.). Y como venía haciendo, no se supervisarán las violaciones de derechos humanos en los territorios ocupados. Es cierto que esta renovación del mandato por un año más favorece a la fuerza ocupante. Pero el Frente Polisario lo tiene claro: la única solución es el derecho de autodeterminación y la legalidad internacional no ha cambiado. Aunque no es menos cierto que aboca al pueblo saharaui al abismo, a la continua espera y lucha.
Y en esta espera, nuestra gran batalla debe hacerse contra nuestro gobierno. El Estado español, potencia administradora del Sáhara Occidental, tiene desde 2022 una posición claramente pro marroquí, y las organizaciones sociales y políticas han pasado a ser meros espacios de acción humanitaria. El resquebrajamiento de la movilización social y el olvido intencionado de la historia colonial permiten que todo esto suceda. Y que este año celebremos el 50 aniversario de una traición con una dosis adicional de la misma.






