Estudia, haz algo de provecho, compite, destaca, busca el beneficio, encuentra lo útil, saca partido, gana.
La competitividad.
Esos son valores. Los socialmente aceptados, fomentados, exaltados por un mundo que sólo desea sacarle tiempo al tiempo para el rendimiento. Ser eficaces para obtener el mayor interés que se alimenta de una energía que acaba tiranizándonos.
Esos son valores, LOS VALORES. Los socialmente aceptados, fomentados, exaltados por un mundo que sólo desea sacarle tiempo al tiempo para el rendimiento. Ser eficaces para obtener el mayor interés que se alimenta de una energía que acaba tiranizándonos.
Hace unos días, una buena amiga se atrevió a hablarnos en la sección de la web de Paradigma Radio “Gente que opina” del romanticismo. Pero no de aquel viejo y ñoño concepto trasnochado sino de ese otro que trasciende y enfatiza en la emoción, la pasión y el idealismo como guías para la vida y la organización social, donde cada persona pueda desarrollar su potencial creativo, ese que se ofrece y actúa con una esperanza de mejora poniendo en práctica ideales de armonía social e igualdad para un mundo más justo y equitativo que el de su época en oposición a la racionalidad imperante.
Frente al cansancio de ver que nada cambia y que cada día ganamos cotas más altas de insensibilidad ante las injusticias, mi amiga demanda la urgente necesidad de ver a más personas Románticas que no callen, que no silencien su ánimo y esfuerzo, que demuestren que lo que pasa duele, que las injusticias, aunque sean inevitables que pasen, ni podemos, ni debemos tragarlas.
Mi amiga reivindica frente a los valores con los que comenzábamos este editorial, la Empatía, la Libertad, el Respeto, la Pasión, la Alegría y, por qué no, el Amor.
Mis amigas salieron otro 25 de noviembre más para llenar las calles de reivindicación contra toda forma de violencia a las mujeres contagiando a cuantas nos congregamos junto a ellas frente a tanta competencia que nos enfrenta a unos frentes otros, un maravilloso espíritu de romanticismo que despierta y transforma. Y ante esa singularidad no ha habido maquinaria ni poder capaz de abatir una energía tan transformadora.
Esa es la forma de salir del margen social predecible para declarar que vivimos y que es posible hacerlo de otra forma para que todas vivimos.
¡Así! Siendo personas auténticas, personas románticas.
Porque ante tanta humanidad, ¡que se muera la competitividad!.
