El 4 de diciembre de 1977, fue aquel momento histórico de reivindicación donde más de 2 millones de andaluces y andaluzas exigieron justicia para una tierra hastiada de tanta desigualdad tras una cruel dictadura que golpeó Andalucía con más dureza que otros territorios.
Aquel 4 de diciembre festivo, tornó en tragedia en Málaga. Detenciones arbitrarias como la de Juan Manuel Trinidad Berlanga por colocar la bandera andaluza, la arbonaida, en un edifico público, o el asesinato del joven Manuel José García Caparrós a manos de la Policía Armada, amen de casos cerrados en falso como el de otro joven, el almeriense Francisco Javier Verdejo Lucas asesinado a manos de la guardia civil cuando realizaba una pintada en la que pedía “Pan, Trabajo y Liber…” que no llegó a acabar.
48 años después, esos crímenes continúan impunes. Estos, son sólo dos de los muertos que el pueblo entregó en la llamada modélica y pacífica transición española.
Pasados 43 años de autogobierno (desde 1981), seguimos siendo una de las comunidades más desiguales del país en la brecha social y económica, con una de las más altas tasas de paro europeo, sobre todo en la juventud y de aquellas inversiones que iban a llegar para hacer el milagro andaluz que nos convertiría en una potencia económica, sólo han sido causa del desencanto social que una población de 8,7 millones de personas que sigue esperando no se sabe qué, para que al menos, alivie las muchas necesidades sin cubrir.
40 años de gobierno del PSOE, 7 que lleva gobernando el PP (desde diciembre de 2018) y este día se resume en la declaración que este último hizo en 2022, para convertir el 4 de diciembre en el Día de la Bandera de Andalucía.
40 años de gobierno del PSOE, 7 que lleva gobernando el PP (desde diciembre de 2018) y este día se resume en la declaración que este último hizo en 2022, para convertir el 4 de diciembre en el Día de la Bandera de Andalucía.
Mientras la familia de García Caparrós sólo tenga derecho a la consulta de los papeles sobre el asesinato de su hermano con el compromiso de no revelación, mientras sigan impunes los asesinatos archivados bajo llave pasados 48 años y continuemos guardando nuestros muertos bajo las alfombras por el crimen de pedir pan, trabajo y libertad sin el reconocimiento explícito, es probable que el 4 de diciembre acabe pasando sin pena ni gloria por las cabezas de nuestras generaciones futuras que, ante tanta omisión oficial, solo quede en ese andalucismo de pulserita verde y blanca y el folclore de un Canal Sur dándonos imágenes del pan con aceite y el himno sonando en flautas infantiles. Toda una frivolidad sin análisis ni interés.
Los unos porque pudieron y no quisieron y los actuales que es la hemeroteca las que nos cuenta su falta de apuesta por esta tierra, han hecho posible que esas nuevas generaciones que no vivieron el espíritu del 4 de diciembre, tengan alguna oportunidad de reencontrarse con la historia viva de la que forman parte. Y así ¡es imposible!.
Bueno hubiera sido asistir a reflexiones sobre nuestro pasado, presente y futuro de un pueblo y una tierra. En cambio sus dirigentes siguen más pendientes de lo que pasa en otros territorios que en el suyo propio.
Ni en los días previos, ni hoy, 4 de diciembre, hemos llegado a ver otra cosa que alguna bandera andaluza, la arbonaida, fotocopiada y pinchada en el tablón de anuncios de los centros escolares.
Eso sí, para ser justos, alguna conferencia, de parte, de la Fundación Rojas Marcos financiada, por cierto, por el Ayuntamiento de Córdoba y un concierto en Posadas de la suite Carmen, del barbero de Sevilla, para que parezca todo muy nuestro.
ANDALUCÍA. ¡AY ANDALUCÍA!
