
No es broma. Así de cruda y cruel es mi realidad. Me he visto obligado a dejar mi vivienda, un pisito de poco más de 50 metros cuadrados, por el que pagaba casi 500 euros de alquiler. Hace unos años no era tan caro, y con mi trabajo podía permitirme una vida digna. Ahora, con 1.200 euros, no sólo no llegaba a fin de mes, sino que veía cómo un pequeño colchón económico que tenía, poco a poco se iba disipando. Mientras mi sueldo subía unos cuantos euros al año, el alquiler se ha duplicado, igual que la cesta de la compra y los servicios básicos, luz, agua, etc. Esperaba un pequeño golpe de suerte, pero ya ves, un día te despiden del trabajo como un perro, te das cuenta que tus ahorros ahora son de tu casero, del dueño del súper y de Endesa, y sin quererlo, te ves obligado a tirarte a la calle.
He buscado algún portal donde dormir, resguardado del frío y el agua, pero me da miedo que cualquier noche vengan y me den una paliza o me metan fuego. Ya ha pasado en otras ocasiones, no sé si lo has visto o leído en las noticias o, por el contrario, como la mayoría de la gente, vive de espaldas a nuestra realidad. No quiero estar en esta situación, pero hasta que encuentre un nuevo trabajo, no puedo permitirme el lujo de vivir en una casa, al precio que hoy tienen. Antes de dejar la mía, ya tomé decisiones drásticas para intentar llegar a fin de mes, como dejar de cenar,
no poner calefacción, taparme con una manta y echarme a dormir cuando se escondía el sol.
Oye, vecina…te he oído decirle a tus niñas que, ahora que se acerca la Navidad, me vas a traer un plato de sopa. Gracias, pero no. Yo no vivo en la calle para que, un día al año, hagas tu buena obra de caridad, limpies tu alma cristiana de pecados, con un plato de sopa y con mi desgracia. Además, oí cómo le decías a tus hijas que, si no se esfuerzan lo suficiente en esta vida, se pueden ver en mí misma situación. ¿Acaso yo no me he esforzado lo suficiente? ¿Crees que es cuestión de esfuerzo, cuando la mayoría de las personas en riesgo de exclusión o pobreza estan en esta situación aún teniendo un trabajo? Si de verdad quieres ayudarme, empieza por darme los buenos días, trátame como un vecino más, no como algo incómodo de mirar. Acércate a una de las asociaciones que trabajan para ayudar a las personas sin hogar, o alguna de ellas que luchan para que la gente no pierda su casa por culpa de algún banco usurero sin escrúpulos. Tu caridad me hunde más en la miseria, me hace sentir fuera de la sociedad, me insulta y me avergüenza. Prueba, por el contrario, a ser solidaria. La solidaridad me hace sentir semejante, me hace creer que aun puedo, que otra oportunidad está por llegar, que aun sigo siendo persona. Si no sabes encontrar la diferencia, o no quieres, que es aún peor, tu Dios al que quieres rendir cuentas, para el que quieres resetear tu marcador de pecados y ponerlo a cero utilizándome a mí como si fuera una fregona para tu alma, nunca te perdonará.






