
Debe de ser muy fácil excluir cuando tú te sientes fuera o por encima de las personas a las que excluyes. Defender a los blancos o a los cristianos, a los hombres o a los heterosexuales, cuando tú te sitúas como perteneciente a esos colectivos es muy fácil y cómodo.
Hace ya más de 50 años, el filósofo John Rawls escribió un libro titulado: la teoría de la justicia. En este libro, Rawls aboga por hacer in ejercicio de imaginación y lo llama «el velo de la ignorancia». Según esta teoría, si nadie supiera dónde iba a nacer o a qué etnia iba a pertenecer, ni a qué género o religión, si no supieras si ibas a ser rico o pobre, listo o torpe, sano o enfermo, etc. Y en esa situación tuvieras que decidir los principios de justicia y equidad, esas personas optarían por elegir esos principios, aunque solo fuera por el miedo a que su realidad pueda ser luego la más perjudicada.
Sin embargo, el ser humano tiene esa capacidad de situarse en el lugar de otras personas con realidades distintas. A esa capacidad se le llama empatía y es a esa virtud de situarte en el lugar de otras, a lo que en gran medida se debe el que la humanidad haya crecido desde unos pocos miles de aventureros primates africanos a Los más de 8.000 millones de personas de hoy en día.
Sin embargo, la capacidad de situarte en esa empatía, en ese «velo de la ignorancia», vuelve a ser denostado y ridiculizado entre amplios sectores de la sociedad. De esta manera se fomenta por parte de demasiada gente la exclusión y el desprecio, situándose en un nosotras en permanente confrontación con un ellas.
No se puede entender qué méritos especiales creen que han hecho para nacer en un lugar de privilegio y no en uno de dolor y miseria. Solo es el azar el que hace que nazcas en una familia media de una ciudad europea y puedas vivir hasta los 90 años en buenas condiciones sociales o de salud o en una pequeña aldea de Darfur (Sudan) Y morirte al nacer porque tu madre estaba desnutrida y desasistida.
Nada de lo que tú te crees por nacimiento, en sentido positivo o negativo es por méritos o deméritos tuyos.
Es monstruoso el odio que cada día se expande más y más hacía esas personas que consideran intrusas, invasoras, usurpadoras, sin derechos y eso solo porque no tuvieron la suerte de nacer donde nacieron ellos, porque no tuvieron la suerte de no tener que abandonar, su tierra y a su gente.