Las plantas solares no proporcionan energía siempre, sino cuando pueden, ya que dependen de la meteorología. Una sola nube, por ejemplo, puede hacer que baje su producción. En el camino para evitar la incertidumbre con la que trabajan estas plantas, el grupo de investigación Instrumentación y Electrónica Industrial de la Universidad de Córdoba ha diseñado un nuevo sistema de monitorización que, a través de diferentes sensores, proporciona mayor cantidad de información, más minuciosa, con más precisión temporal y sincronizada temporalmente sobre el funcionamiento de las plantas solares. Se trata un seguimiento al estilo Gran Hermano con el que buscan no solo ver y prever el comportamiento de estas plantas, sino también ajustar la subasta por la que se fijan los precios de la energía a condiciones más cercanas a la realidad.
La idea era analizar el comportamiento de generación de energía de las plantas solares unido a las condiciones climáticas. Para ello, el equipo ha utilizado unos dispositivos que ya llevan varios años en el mercado y a los que han aplicado nuevas implementaciones. Gracias a ellas, el conjunto de estos equipos, a los que han denominado Unidades de Medición Fasorial Extendida, pueden recoger datos energéticos (como corriente, tensión o frecuencia) y meteorológicos (como la radiación solar).
La clave es que esa recogida de datos se realiza cada décima de segundo y de forma muy detallada. Tan detallada que al mes disponen de un volumen de información que ronda los 2 o 3 gigabytes de datos. Además, como los aparatos están sincronizados entre ellos y colocados en diferentes zonas e incluso en diferentes pero cercanas plantas solares, la información que proporcionan permite ver qué ha pasado y anticipar qué va a pasar.
Como explica el investigador de la UCO Víctor Pallares López, «se trata de monitorizar bien los sistemas para poder tener la máxima cantidad de información posible y poder reaccionar a los efectos negativos que puedan afectar a la estabilidad de la red eléctrica. Cuanto más vigiladas estén, antes se puede actuar y así crear un efecto isla ante posibles perturbaciones para desconectarla y evitar que se propaguen».
Una vez que los sensores se han puesto a punto, se han probado tanto en laboratorio como en dos plantas de Pozoblanco y se han revisado todos los errores, ahora el equipo está inmerso en la segunda fase del proyecto: analizar todos los datos generados.
Este trabajo se está realizando actualmente dentro del proyecto nacional «Gestión en el borde de plantas fotovoltaicas basada en una arquitectura analítica de precisión temporal casi perfecta».






