90.2 FM

El tiempo que nunca es nuestro

Hoy en el blog Gente que opina, Olga Ramírez López nos habla de la corresponsabilidad.

7 diciembre, 2025

Redacción
Olga Ramírez López. Activista social

Hay días en los que me descubro mirando el reloj, no para calcular cuánto falta para la próxima reunión o para el inicio de un evento, sino para saber cuánto tiempo me queda antes de que alguien necesite algo de mí. El cuidado —ese trabajo invisible que sostiene y organiza el día a día— se convierte en una especie de frontera que delimita lo que puedo y lo que no puedo hacer. Y, casi siempre, esa frontera se dibuja sobre las espaldas de las mujeres.

No es casualidad que tantas de nosotras estemos ausentes en los espacios de participación: en asociaciones vecinales, en partidos políticos, en sindicatos, en colectivos culturales. No es que no tengamos interés, ni que nos falten ideas o ganas de transformar el mundo. Es que llegamos cansadas, con la cabeza llena de listas interminables: la compra, la cita médica de la madre, los deberes de los hijos, la lavadora que espera. Y cuando por fin encontramos un hueco, la culpa se asoma: ¿no debería estar en casa, atendiendo lo que me corresponde?

El cuidado es hermoso, sí. Es vínculo, es ternura, es sostén. Pero cuando se convierte en obligación exclusiva, deja de ser elección y se transforma en carga. Esa carga nos roba presencia en los lugares donde se decide lo común. Nos convierte en espectadoras de un mundo que también nos pertenece, pero en el que apenas tenemos voz.

Desde hace algunos años lo noto también en mis conversaciones con amigas. Antes hablábamos de proyectos, de viajes, de sueños compartidos. Ahora, inevitablemente, dedicamos más tiempo a hablar de cuidados: de cómo organizar las rutinas, de cómo lidiar con la dependencia de nuestros mayores, de cómo sobrevivir al cansancio que nos deja sin aire. Es lo que ocupa cada vez más horas de nuestro día a día, y por eso se ha convertido en el tema central de nuestras charlas. Esa transformación en nuestras conversaciones es el reflejo más íntimo de cómo el cuidado y sostén de aquellxs que nos rodean, coloniza nuestras vidas y nos aparta de otros espacios.

Son muchos los espacios públicos en los que la participación de las mujeres es escasa, residual y las pocas que estamos solemos estar pendientes del reloj y con la cabeza llena de tareas pendientes por hacer. No sé si la sociedad es consciente de cuántas ideas se pierden porque las mujeres están ocupadas cuidando, de cuántas decisiones se toman sin nuestra mirada, sin nuestra experiencia.

Lo que necesitamos es CORRESPONSABILIDAD (así, en mayúsculas): que los hombres asuman su parte (no sólo la carga física, sino también la carga mental), que las instituciones reconozcan el cuidado como un trabajo social, que existan servicios públicos que nos liberen de la carga de esta tarea. Sólo así podremos estar presentes, no como invitadas ocasionales, sino como protagonistas de la vida pública…. Sólo así nos dejaría de nacer hablar de ésto en un artículo de opinión.

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