
Hubo un tiempo en el que saber idiomas era una herramienta fundamental para conocer el mundo más allá de tus fronteras. Era algo valorado y reconocido dentro del currículum, algo que, en principio no pensamos nunca que se fuese a devaluar de esta manera.
Durante años, Andalucía fue presentada como una comunidad pionera en plurilingüismo. La segunda lengua extranjera se implantó en Primaria y se dio mayor impulso al francés y al alemán en Secundaria. Todo esto generaba una expectativa de una ciudadanía más abierta, más europea y mejor preparada para un mundo globalizado. Pero está claro que aquello no estaba anclado en bases fuertes ni políticas, ni presupuestarias que lo hicieran perdurar.
Desde 2019, la segunda lengua extranjera ha sufrido recortes que han reducido su presencia a la mínima expresión. Primero se disminuyeron horas y cursos en Primaria, siendo obligatorio en la actualidad solo una hora semanal para quinto y sexto. Después se suprimió la obligatoriedad en varios cursos de secundaria que, con el actual marco normativo derivado de la LOMLOE a nivel andaluz, el francés o el alemán quedan relegados a dos únicas horas obligatorias en 1.º de ESO. El resto depende de “demanda”, un criterio profundamente injusto cuando la administración reduce previamente la oferta de este segundo idioma y amplia la oferta de otras optativas que inciden en menor medida en el currículum del alumno e impide que el alumnado pueda elegir con libertad. El resultado después de estos años ha sido evidente, reducción de grupos, desaparición de itinerarios y pérdida de continuidad para miles de estudiantes.
Por otro lado, lo que en la pública se recorta, en la concertada se compensa e incluso se capitaliza, ya que en la pública la segunda lengua se ofrece entre una gran amalgama de optativas ofertadas por los distintos departamentos para completar horarios de los profesionales, y en la concertada esta oferta es reducida a su máxima expresión y es utilizada para reforzar y poner en valor el itinerario curricular del alumnado. Así pues, en la concertada es más habitual que gran parte del alumnado curse la segunda lengua desde Primaria hasta Bachillerato sin interrupciones y que se mantengan los grupos aunque el número de estudiantes baje.
Este retroceso genera una paradoja difícil de justificar. Mientras la Junta recorta en la Educación Obligatoria, la Universidad sigue valorando la segunda lengua extranjera como materia útil para sumar nota en la PEvAU y acceder a carreras que tradicionalmente están entre las que tienen mayor nota de corte. Europa mantiene como objetivo que cada ciudadano domine al menos dos idiomas extranjeros. ¿Cómo puede sostenerse esto si la escuela pública renuncia a ofrecerlos de manera sólida?
Las consecuencias para nuestros niños y niñas son graves y evidentes, quien paga avanza, quien depende de la educación pública pierde oportunidades. Algo que debería ser un derecho universal, como el plurilingüismo, se está convirtiendo en un privilegio de clase.





